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El perdón te libera de la persona que te ofendió.

  • mujerquetransforma
  • 3 jun 2017
  • 2 Min. de lectura

¡Qué tremendo es llevar a cuestas a las personas que más nos han lastimado!

Sin embargo, nosotras somos las que no las dejamos ir, el rencor nos ata a ellas, no podemos separar la ofensa del ofensor.

Cuando perdonas, renuncias a que el orgullo y la necedad te dominen. Si renuncias a tu razón, también renuncias a la razón de la ofensa.

Es un paso tan sencillo, pero como implica soltar a nuestra justicia y nuestra carne, lo hacemos muy difícil.

Nos ayuda entenderlo, la misericordia que Dios tiene por nosotras. Cada mañana al levantarnos empieza la batalla, decimos y pensamos cosas que si fueran balas matarían a muchas personas.

Nos quejamos, juzgamos, criticamos, ofendemos, ignoramos, rechazamos, reclamamos, etc. y sólo nos concentramos en lo que los demás nos hacen, cuando nosotras a veces hacemos más daño.

Dios tiene misericordia de nosotras ¿Por qué entonces exigimos justicia? Seríamos las primeras en pasar por ella y difícilmente saldríamos bien libradas.

Esto solo lo podemos entender, cuando meditamos en lo que Dios requiere de nosotras: Humildad, obediencia, fe, perseverancia, bondad, paciencia, dominio propio, alegría a pesar de las circunstancias, etc. ¿Cumplimos y somos según su voluntad?

Odiar y guardar rencor es como si nos bebiéramos el veneno para que se muera quien nos hirió.

¡Suelta y perdona! Por tu propio bien.

Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial.

Mateo 6:14

De modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes.

Colosenses 3:13 | NVI

No juzguen, y no se les juzgará. No condenen, y no se les condenará. Perdonen, y se les perdonará.

Lucas 6:37 | NVI


 
 
 

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