Ayudate, ayudando.

No necesitas estar bien para ayudar a los demás, en el camino también puedes ayudarte a ti misma; esto alivia el estrés al que te sometes al no poder arreglar tus propios asuntos, porque dejas de enfocarte en tu problema; más no es para que los evadas, es para que tu mente se aclare y se tranquilice. Al ver los problemas de los demás, muchas veces te darás cuenta que realmente no son tan grandes y si lo son, te contagiarás de la misma esperanza que desea brindarle a otros.

Si eres capaz de ayudarte a ti misma, estarás preparada para ayudar a los demás; es una explicación a lo que dice el versículo de Mateo 7:15

¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, entonces mirarás claramente para sacar la paja del ojo de tu hermano.

Las mujeres somos muy acomedidas para ayudar a los demás, y está muy bien, pero también hay que ayudarnos a nosotras mismas en las áreas que sean necesarias.

-Disfruta estar sola

-Sé tu mejor amiga y aliada.

-Lo que no quieres que nadie se entere, cuéntatelo solo a ti.

-Tratate bien

-Aprende algo nuevo cada día

-Disfruta lo que tienes, cuando lo tienes

Recuérda que las buenas obras son producto del agradecimiento y la paz en nuestro corazón; no para pagar culpas, no para recibir algo y no para ser aceptadas.