Alguien tiene que ceder.
- Por Irma Soler, para Mujer que Transforma
- 9 ago 2017
- 2 Min. de lectura

La biblia nos dice proverbios 14:1 La mujer sabia edifica su casa, pero la necia con sus manos la derriba.
Este pasaje de la biblia me ha puesto a pensar mucho en los matrimonios de hoy en día, porque los matrimonios de antes celebraban sus 50 años de casados; sin embargo, hoy se casan y a los dos o tres años ya se están separando. Llegue a la conclusión que se debe a la falta de comunicación entre los cónyuges y la lucha de poder.
Cuando no les decimos a nuestra pareja lo que nos está molestando, tarde o temprano esos pequeños defectos se volverán una gran molestia; y en lugar de hablarlo, neciamente buscamos la manera de desquitarnos; llegamos a ocupar a nuestros hijos como arma de batalla, y fácilmente podemos sacar lo peor de nuestro esposo. Podemos ser caprichosas y vengativas, arrastrando a nuestros hijos en nuestra amargura y frustración.
¿En qué momento pensamos que podemos hacer de nuestro esposo un robot que haga todo lo que deseamos? Podemos ser muy irrespetuosas con ellos.
Esta batalla nos desgasta física y mentalmente, pero ¡por Dios! Alguien tiene que ceder, y con eso no estoy diciendo que debes permitir el maltrato; solo que cuando tú cedes abres la posibilidad que tu esposo también ceda; si lo pones en práctica cuando te des cuenta tu vida se volverá más placentera y los gritos y discusiones cambiaran por caricias; tendrás una relación más sana y satisfactoria.
Una vez me preguntaron: ¿Quieres que tu esposo cambie? Mi respuesta inmediata fue ¡Claro que sí!, pues entonces cambia tú primero. Ups, no era la respuesta que esperaba.
Pero con el siguiente versículo entendí que lo primero que tenía que hacer era cambiar mi manera de pensar.
Romanos 12:2 2 No te amoldes al mundo actual, sino se transformada mediante la renovación de tu mente. Así podrás comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
Ezequiel 36:26
Además te daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ti. Te quitaré ese terco corazón de piedra y te daré un corazón tierno y receptivo.
Mi oración es: Señor haz lo que tengas que hacer primero en mí.
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